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martes, 9 de octubre de 2012

Te quiero decir



¡Hola mi amor! ¡Qué hermosas las flores que me mandaste para mi cumpleaños! ¡Son preciosas! Las puse en el florero que mamá me regaló para mis quince, ése de cristal de Bohemia, ¿te acordás? Vos siempre lo quisiste para tenerlo en tu estudio, pero no podía dártelo porque es un recuerdo, ¿no te enojás, no? Quedaron divinas en el hall, le dan un colorido y una alegría bárbara a la entrada de la casa. Cuando vengan mis amigas y las vean se van a querer morir, morir de envidia ja ja ja. Divinas. Te extraño muchísimo, lástima que no puedas estar hoy en el festejo. Después te mando las fotos, las subo a Internet así ves todo y es como si estuvieras acá. Me voy a poner la remera que compré el otro día cuando fuimos al shopping, ésa azul que me elegiste, la que tiene unas rayitas grises. No veo la hora de que vuelvas, falta un montonazo buahhhhh. Te voy a preparar el bizcochuelo de naranja, o mejor el de chocolate. No andés comiendo cosas que te hacen mal por allá. Frizo unas porciones de la torta de mi cumple también, ya sé que te encantan las cosas dulces. Las flores que mandaste no tenían tarjeta, solamente decían tu nombre. Podrías haber puesto una tarjetita que por lo menos dijera “feliz cumple, mi amor”. Pero no. No te sale, no te surge nada ni de caballero ni de cariñoso ni nada de nada. Seguro que te salía cuando en mi cumpleaños anterior te apretaste a mi prima en el patio del fondo y yo como una boluda esperándote para soplar la vela y cortar la torta, ya se me estaban yendo los invitados y vos en mi propia casa tranzándote a esa pendeja que está del marote. Ella es bastante atorranta, pero vos, vos agarrás cualquier cosa que se mueva. Capaz que leyendo lo que te quiero decir te llegue más que cuando hablo, ya que no me escuchás nada de lo que te digo, no es de ahora, es desde que nos conocimos, o mas bien me escuchás pero tus esquemas no dejan que las palabras te lleguen y no podés comprender otras realidades más que la tuya propia. Las cosas no son como vos decís que son, que a vos te convengan algunas situaciones no quiere decir que esté bien, y yo creo que en el fondo lo sabés, muy en el fondo, pero no te importa y tampoco veo que quieras resolverlo porque me decís que vas a hacer cosas y que “sí” como a los locos. Además no todos toman las cosas con la liviandad que vos lo hacés, faltaría que dijeras: “tomáte un vaso de agua y date una ducha que ya se te va a pasar”. Sinceramente creo que necesitás a alguien que te ayude profesionalmente: sí, un psicólogo, un psicólogo, lo que lees, no andás bien de la cabeza hace rato. Si no te diste cuenta o nadie te lo dijo, aprovecho para decírtelo ahora: ¡andá a hacerte ver! … Tenés un discurso y un comportamiento súper ambiguos, contradictorios, que al menor análisis que les hagas, salta, pero como crees que la tenés tan clara, ni siquiera lo reconocés. Vos constantemente te encargaste de boicotear la relación, no sé si esto que te escribo te sirve de algo, aunque espero que sí por vos y tu entorno que se la pasa dándote señales de que las cosas no son como vos las hacés. Aprovecho para decirte que la semana pasada, sí, la semana pasada cuando viajaste, me encontré con Matías, mi compañero de banco del secundario y fuimos a tomar un café. Él me buscó en la red y sabe todo de mí, todo, detalles que ni vos sabés. Me invitó a tomar una cerveza, no un café. Fui, sí, sí, salí con él. No nos tomamos una cerveza, nos tomamos como tres o cuatro. Vos que nunca querés que tome porque me decís que engordo como una vaca lechera, con Matías me tomé tres o cuatro cervezas. La pasamos bárbaro… Me lo trancé y estuvo buenísimo. Este finde salimos de nuevo. Te lo quería decir: ¡¡¡me lo trancé y estuvo buenísimo!!!