¡Hola mi amor! ¡Qué hermosas las flores que me
mandaste para mi cumpleaños! ¡Son preciosas! Las puse en el florero que mamá me
regaló para mis quince, ése de cristal de Bohemia, ¿te acordás? Vos siempre lo
quisiste para tenerlo en tu estudio, pero no podía dártelo porque es un
recuerdo, ¿no te enojás, no? Quedaron divinas en el hall, le dan un colorido y
una alegría bárbara a la entrada de la casa. Cuando vengan mis amigas y las
vean se van a querer morir, morir de envidia ja ja ja. Divinas. Te extraño
muchísimo, lástima que no puedas estar hoy en el festejo. Después te mando las
fotos, las subo a Internet así ves todo y es como si estuvieras acá. Me voy a
poner la remera que compré el otro día cuando fuimos al shopping, ésa azul que
me elegiste, la que tiene unas rayitas grises. No veo la hora de que vuelvas,
falta un montonazo buahhhhh. Te voy a preparar el bizcochuelo de naranja, o
mejor el de chocolate. No andés comiendo cosas que te hacen mal por allá. Frizo
unas porciones de la torta de mi cumple también, ya sé que te encantan las
cosas dulces. Las flores que mandaste no tenían tarjeta, solamente decían tu
nombre. Podrías haber puesto una tarjetita que por lo menos dijera “feliz
cumple, mi amor”. Pero no. No te sale, no te surge nada ni de caballero ni de
cariñoso ni nada de nada. Seguro que te salía cuando en mi cumpleaños anterior
te apretaste a mi prima en el patio del fondo y yo como una boluda esperándote
para soplar la vela y cortar la torta, ya se me estaban yendo los invitados y
vos en mi propia casa tranzándote a esa pendeja que está del marote. Ella es
bastante atorranta, pero vos, vos agarrás cualquier cosa que se mueva. Capaz
que leyendo lo que te quiero decir te llegue más que cuando hablo, ya que no me
escuchás nada de lo que te digo, no es de ahora, es desde que nos conocimos, o
mas bien me escuchás pero tus esquemas no dejan que las palabras te lleguen y
no podés comprender otras realidades más que la tuya propia. Las cosas no son
como vos decís que son, que a vos te convengan algunas situaciones no quiere
decir que esté bien, y yo creo que en el fondo lo sabés, muy en el fondo, pero
no te importa y tampoco veo que quieras resolverlo porque me decís que vas a
hacer cosas y que “sí” como a los locos. Además no todos toman las cosas con la
liviandad que vos lo hacés, faltaría que dijeras: “tomáte un vaso de agua y
date una ducha que ya se te va a pasar”. Sinceramente creo que necesitás a
alguien que te ayude profesionalmente: sí, un psicólogo, un psicólogo, lo que
lees, no andás bien de la cabeza hace rato. Si no te diste cuenta o nadie te lo
dijo, aprovecho para decírtelo ahora: ¡andá a hacerte ver! … Tenés un discurso
y un comportamiento súper ambiguos, contradictorios, que al menor análisis que
les hagas, salta, pero como crees que la tenés tan clara, ni siquiera lo
reconocés. Vos constantemente te encargaste de boicotear la relación, no sé si
esto que te escribo te sirve de algo, aunque espero que sí por vos y tu entorno
que se la pasa dándote señales de que las cosas no son como vos las hacés.
Aprovecho para decirte que la semana pasada, sí, la semana pasada cuando
viajaste, me encontré con Matías, mi compañero de banco del secundario y fuimos
a tomar un café. Él me buscó en la red y sabe todo de mí, todo, detalles que ni
vos sabés. Me invitó a tomar una cerveza, no un café. Fui, sí, sí, salí con él.
No nos tomamos una cerveza, nos tomamos como tres o cuatro. Vos que nunca
querés que tome porque me decís que engordo como una vaca lechera, con Matías
me tomé tres o cuatro cervezas. La pasamos bárbaro… Me lo trancé y estuvo
buenísimo. Este finde salimos de nuevo. Te lo quería decir: ¡¡¡me lo trancé y
estuvo buenísimo!!!